Salí de aquella habitación con pena y ausenta .
Entre aquellas blanquecinas paredes de consternación
donde su cuerpo, su piel eran grietas por la senectud
obvia y pronunciada, donde su infierno le es tan igual
como indiferente .
Conmovida mi alma se fue con la bendición
dada , hasta se removió aquellas dos fijas
miradas , que sólo oían y callaban ,
lo que yo preguntaba .
Al oír tanta emoción el silencio
habitaba en tu mirada fija
y callada.
Dí por sentada tu silencio
por respuesta , y salí con la
humanidad que habita mi alma.
Sabiendo que tu vida
se acaba , en una triste
habitación descolorida
y grisácea donde el blanquecino
color se perdió con tus palabras.
Manoly Naranajo
Derechos De Autora
PD. Te bendigo y perdono.
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